viernes, 23 de septiembre de 2011

Enciende y vamonos

Hace meses este trago me habría sabido a otra cosa. Pero bueno, qué se puede esperar de un mojito con naranja. Que a falta de limón, me cambio a algo más dulce. Siempre me pasa lo mismo, me vuelvo adicta a lo ácido y cuando ya me he puesto tantos escudos que ni me escuece, necesito algo más dulce para caer en shock. Y cuando comienzo a creérmelo empiezan los problemas. Así que sea lo que sea lo que hay aquí dentro...que salga, pero que salga ahora.
Que quizás hoy por hoy, sólo me toque vivir. Que quizás el hecho de retenerme todo lo que no te digo acabe por ser más dulce de lo que creía. Que quizás sea eso, que tu eres el kilo de azúcar que me falta para volver a mirar la vida sin quemarme las retinas.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Two birds

Hoy me he acordado de Eingel. Hace ya meses que no la pienso tanto, pero hoy la he encontrado en mi habitación. Los plomos han decidido saltar esta mañana y nos hemos quedado sin luz y electricidad, es la tercera vez en lo que va de semana. Así que mi despertador, que sobrevive enchufado, ha muerto demasiado pronto. Hoy debía levantarme, tenía un compromiso. Pero dado que iba a llegar casi dos horas tarde, mi amiga me ha mandado a algún sitio, muy lejos: "Mira, da igual, eres un desastre. Ya nos vemos otro día. Pero ya que estás, levantate y haz algo de provecho".
 
He decidido hacerle caso y me he puesto a ordenar mi habitación, o a intentarlo. Y entonces la he encontrado. Junto a todas esas cosas materiales moñas que guardas como si fuera un tesoro cuando todo se acaba. Ahí deje un CD con una de sus canciones, mi favorita; "Flying the same way". Era un regalo para su padre, teníamos dos meses para montar algo decente. No sabe cuanto disfruté ayudándola, le(nos) quedó preciosa. Pasadas las navidades, cuando Eingel ya casi había desaparecido del todo, me la mando por correo y me partió en demasiados pedazos como para numerarlos. Luego se esfumó del mapa, por completo, y a día de hoy sigue haciendo esfuerzos para irse aun más lejos.

Hoy, escuchándola a ella y a su canción, me he dado cuenta de que no la odio. Hace algún tiempo me dijo: "En otro universo me casaría contigo, pero en este solo espero encontrarte algún día como aquella chica que conocí una vez y poder sonreír". Meses antes yo le decía que nos iríamos a las vegas a firmar contrato matrimonial con un Elvis. Así que no, no la odio ni nada que se le pueda parecer. Aunque algunos llegaran a creérselo, en realidad no era nada convincente. No le guardo rencor, la culpa fue mía. Suya quizás también, pero ella la compensa con creces con toda la felicidad que un día llego a darme y la que me da aun a día de hoy sin estar. Y pienso que allí donde esté, que se quede, que no hace falta que nos encontremos. Que seguro que sonríe más fácil sin mi.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Pájaro invisible

Hoy he tenido un sueño agradable, últimamente van escasos. Pero he conseguido soñar con dos de los grandes deseos: volar y ser invisible. Y por si fuera poco, podía hacer las dos cosas a la vez, pero una no funcionaba sin la otra. Aunque eso de que las alegrías vienen a pares, es mentira. Me he despertado repentinamente buscando un papel, por eso de que los sueños se olvidan durante el día. Y he encontrado algo que no recordaba, de aquella época que aún ahora aparece en flashes inevitables.

"Esta debe ser la séptima vez en un año que me prometo firmemente que este es el final, que me rindo, que me voy y que me maten. Como siempre, sigue sonando poco convincente. Y presiento que se aproxima algo irrevocable, de lo que no estoy segura es si será conmigo o contra mi. Pero está claro que tengo muchos puntos en contra, como de costumbre. Des de ese cumpleaños, en el que fui poco oportuna, todo esto está dejando de parecer un juego de niños. El Gurú está preparando y armando a todos sus soldados. Pero hay algo que no encaja, esta aparente calma me acojona. Algo está sucediendo mientras todo el mundo duerme, pero bajo esta falsa tregua llegará algo que no podré parar por mucho que lo intente.
Blue no deja de llamarme, lleva todo el día intentándolo. Es demasiado extraño, ella nunca me llama y menos me manda un mensaje para cambiarme una clase para invitarme a un café. Es como una de esas trampas que son tan descaradas que incluso puede que no lo sean. El Gurú sigue repitiendo, año tras año, que debería parecerme a ella, que somos iguales. Pero yo no sé clavar la mirada y disparar como lo hace Blue, un martes cualquiera. A veces parece tan obsesionada que asusta, como si tuviera que guardar un secreto de estado arriesgando su propia vida. Y a veces, cuando cree que nadie la mira, cuando pierde fuerzas durante tres segundos, cuando su frialdad entra en calor traicionándola... a veces, parece incluso más perdida que yo. Quizás por eso nos parezcamos. Quizás ella tambien se haga promesas que no puede cumplir."

lunes, 12 de septiembre de 2011

Un poco de Bergman

Que sí, que sí, que se trata de la presión constante de exponerme a ti. Entregarme a que puedas analizarme, diseccionarme. Y quizás, con el tiempo y como todas, acabar aniquilandome.
Yo intento portarme bien y no ser una desgracia para el mundo, y menos tu desgracia. Pero no lo consigo. Y me quedo quieta, en silencio, me encierro y me aíslo intentando ni siquiera tocarte. Por lo menos así no miento. Así no temo a que salga la frívola maligna que una vez me enseñaron a ser. Pero mi escondite no es inaccesible y el música llega hasta el techo. Sólo tómate tu tiempo, donde sea que vayas.  Que la vida se cuela por todas partes.

domingo, 4 de septiembre de 2011

No volvió a cerrar los ojos

Hay quien dice que las ganas o vuelan o matan o se van.
Pero lo que siempre queda es el dolor. Como una puerta entreabierta. Aunque pase el tiempo, pase la tormenta y pase la calma, o no. Queda, siempre queda.

Y si, también es normal que en ese momento no lo notes y te caiga después. A veces mucho después. Las agujetas no las tienes durante el ejercicio, ni la resaca mientras bebes. Hay quien dice que las pequeñas partes del dolor que no se va, nos cambia para siempre. Y que nunca volvemos a ser los mismos.

A veces me gustaría coger todo tu dolor, todo aquel que no se te ha ido. Todo el dolor residual, sacártelo de dentro. Quitártelo del pecho, que es donde se queda el dolor enquistado. No en el corazón o en la cabeza, no. Se queda en el pecho. Y de vez en cuando te aprieta, te asfixia.
Daría lo que fuera por cogerlo y guardarlo. Guardarlo en un frasco de cristal, para que lo vieras, para verlo yo también. Así, entre las nueces y el azúcar, dentro del armario de la cocina. Y mientras, pudieras respirar un poco.
Si lo metiéramos ahí, verías el color, la temperatura, la forma, como con distancia ajena. Yo estoy segura de que el dolor, es granate.
El dolor es una mezcla de dos puntos opuestos: la pasión y la muerte. La pasión es roja, de toda la vida y para todos. Un rojo intenso e irremediable. Un rojo caliente, casi hirviendo. Y la muerte...por si lo dudabas, sí, es negra. El negro más oscuro, el más cercano a la soledad que puedas imaginarte, así es. Un negro frío, ese tipo de frío que no te congela pero te cala por dentro, el que hace cuando no nieva.

Cuando esa mezcla nos atrapa, aparece el dolor. Sí, es de color granate. En el color, la pasión gana a la muerte. Pero en la temperatura es al revés. El dolor es hielo, puro hielo. Hielo que, cuando se acumula demasiado en el pecho, nos araña, nos corta por dentro y...irónicamente, nos quema.
Si lo metiéramos en ese frasco verías un trozo de hielo granate, como un cristal roto.
No sabría decirte cómo hacerlo desaparecer. Carezco de sombreros de mago. Pero dicen que se trata de dejarlo respirar. Dicen que cuando el dolor te aprieta en el pecho y sientes que te asfixias, debes intentar respirar con calma. No hace falta profundidad, sólo calma. Dicen, que si consigues hacer un par de respiraciones enteras, vas eliminando un trocito de dolor por cada bocanada de aire que sacas entre los labios. Dicen... dicen que nunca se va del todo, dicen que tal vez se queda algo ahí para recordarnos que la vida es dolorosamente bonita. Dicen... dicen cuando consigues soltar un poco, te brillan también un poco más lo ojos.