lunes, 31 de diciembre de 2012

De Salem, siempre mala imitación

Esta noche, en la que empieza un año en 13 (mi numero favorito por rebeldía) me prometí no escribirte ningún soneto fuera de su forma. Lo decidí, por romper la rutina de llamarte cuando te vas lejos y esconder el ansia de volver a encontrarte. Por no abrir tu pantalla y dejar a plena luz que no concibo otra noche más sin ti.

Hoy es lunes, ya martes, de festividad absurda. Hoy es casi amanecer de decirte tanto como sé que nunca digo. De repasar años y verte en muchos de ellos paseando en la trastienda. De corroborar mis cuentos, al ver que te tengo sin agarrarte.

Hoy me acuesto con fracaso, para volver a darme cuenta de lo poco que brillas cuando aparezco. Hoy, durante unas largas horas, me di asco.

Pero luego recordé que aun tengo fe en que rompas algunos de mis días. Y tropieces con preguntas cuyas respuestas ya sabes. Con ese miedo nunca vencedor que me cicatriza las heridas y me deja lo importante.

Y me digo que te quedas por razones que no alcanzo a entender pero me brindas, me regalas. Que todo mal que no sea de ti es temporal. Y aun con el tuyo, siempre traes el antídoto más tarde o más temprano.

Sin más, es lo que tiene el amor y los desastres: uno te obliga a hacer malabares ante el suicidio y el otro beber whisky hasta llorarlo.

Ah, y el soneto que no debía escribirte es éste. Porque un año nuevo sin ti, ni es propósito, ni trae suerte.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Ante mis ojos


Pasa una noche suave. Una noche suave y ligera, que despierta en un sol radiante. Los rayos atraviesan el ruido hasta donde ambas nos encontramos y iluminan las sabanas blancas y tu rostro dormido. Te escucho, entre sueño y consciencia, mientras tu piel me acaricia las pesadillas que, de golpe...se han marchado.

Y vuelves a entrar de lleno en mis mañanas, agitando tus alas. Revoloteando, rompiendo el viento para hacerme un lugar a tu lado. Cogiéndome fuerte para guardar el calor. Jugando a adivinar un futuro más prometedor y más cierto. Prestándome toda la atención de tus ojos oscuros. Que me encuentran al despertar, reafirmando lo rico que puede llegar a ser el ser humano. Esa mirada, esos ojos, que ya no están vacíos.

Los ojos que me imantaron des de la primera vez que los crucé. A los que hoy prometo no volver a dejar que se vacíen ante mi, ni ante nadie. Y hacerlos brillar siempre que quieras acompañarme, bajo cada amanecer de este pequeño viaje.  

domingo, 16 de diciembre de 2012

Desprogramando el robot


Parece que este año ha decidido darle un poco de tregua al frío. Y recuerdo como hace dos años, en una noche como la de hoy, deseaba helarme en el invierno mientras fumaba cigarrillos sin parar entre las calles de la ciudad. Y así, sin causa aparente, me encendía y desaparecía en llamas.

Estaba tan acostumbrada a vivir en el desastre, que ya no concebía otra cosa. Y el hecho de perpetuarlo me hacia cobarde y cómplice, porque siempre es más fácil persistir en la ruina.

Y de repente, este diciembre, ella me da de la mano y me enseña que el mundo puede ser distinto. Que existen otras verdades y otros caminos, que se puede des-aprender toda la toxicidad ingerida. Y casi sin darme cuenta, dentro de mí se encienden bombillas nuevas que hacen girar todo un mecanismo de engranajes y me abren los ojos.

Como un árbol de navidad de interior, van apareciendo luces nuevas a cada paso. Me dice, me descubre, que hay otra forma de vivir todo esto. Y, por si fuera poco, resulta ser extraordinaria.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cuando el hombre es su palabra (Nicolás B. Vidal)

"Había clasificado las profesiones. Hay el que sabe y sabe que sabe: ese es un sabio, hay que seguirlo. Hay el que sabe y no sabe que sabe: ese es un dormilón, hay que desperarlo. Hay el que no sabe y sabe que no sabe: ese es un investigador, hay que guiarlo. Y hay el que no sabe y no sabe que no sabe: ese es un peligro público y hay que evitarlo".