viernes, 25 de abril de 2014

Como se descubren los diamantes

Eres
un misterio que se dobla y se abre sin malicia
cuando creía que ya nada podría asombrarme.
Una pena envuelta de deseos que desvisten una risa.
Dos ojos que, ya lo he dicho, se empeñan en delatarte.
Todo lo que no sabré de ti aunque me lo digas.
Un susurro combustible que incendia
cada uno de mis miembros.
Un volcán que nunca estuvo apagado
y se enciende con caricias.

Eres
la dulzura recóndita de todo lo salado,
la vergüenza genuina convertida en descaro,
esta durísima ternura entre mis piernas,
la jodida distancia en que te tengo y te extraño.

Eres
el miedo más valiente,
la pregunta del mañana,
el futuro en la maleta,
el poema de tus ganas.

Eres
la voracidad de tus labios,
la avidez de tus manos,
el hambre de tu coño,
mi urgencia por alimentarlos.

Eres
orgasmos telefónicos encadenados
entre tu cama prestada
y la puerta de un Mc Donalds que,
por suerte o por justicia, a mediodía seguía cerrado.

Eres
las palabras que sin darte cuenta vas derramando.
La complicidad con o sin ropa que forjamos.
Tu pudor que, cuando te acuerdas de buscarlo,
siempre lo encuentras mojado.

En realidad
todavía no sé quien eres,
pero cuando vuelvas a casa,
piel con piel,
mente con mente,
desde fuera
y excavando en ti,
profundamente,
como se descubren los diamantes,
voy a intentar averiguarlo.

"Carlos Salem"

jueves, 24 de abril de 2014

Un adiós de los grandes

En un agujero en la piedra, con polvo y escombros, frio y oscuro, con un poco de cemento y silencio. Así terminamos todos cuando la vida no puede más. La belleza o la frialdad del momento no se rigen bajo ningún baremo que toque en lo que se haya hecho aquí. Unos lo llaman paz, otros crueldad.

Puedo contar que te has ido dejando, al menos, seis almas quebradas. Seis que necesitan marcharse a sus refugios para aceptar tu adiós. Y la séptima, más adelantada y más fiel que las demás, no puede esperar a volver al hogar, ya que apenas siente que pueda seguir llamándolo como tal. Y es que tu no podrás volver.

Pero, entre llanto y ausencia, encontramos un espacio para recodar. En tu memoria agarramos fuerte tus letras de saber tirar siempre adelante, protegernos entre nosotros y buscar una nueva estrella a la que seguir en madrugadas difíciles. Nos aferramos a aquella época en la que tu dopamina no jugaba en este ring. Y resurgen admiraciones que de repente hace más felices nuestra infancia, gracias a ti.

No te dedicamos palabras, no emitimos sonidos, no habrá en estos días versos que no supieras ya de nosotros. Ni siquiera nos despedimos apenas. Solo nos arrastramos hacia todo esto que no pudimos evitar.

Estamos asustados y desamparados. El miedo y la soledad nos invaden.

Tú llenas un agujero con apenas espacio para nada más. Aquí dejas huecos llenos de vacío y brechas llenas de pérdida. Esta sí se engancha a los tobillos, a peso y en silencio.