lunes, 11 de enero de 2016

Si no puedes tapar tus vacíos...hazlos jardín

Es preciso, a veces, dejar de esperar endorfinas, deshinchar pupilas. Aceptar los grises como finalidad. 

Y así decido mi nueva perspectiva vital. Me obligo a aceptar duelos, tirar llaves y dejar de recrearme en las despedidas. Así encuentro nuevos placeres e impulsos renovados. Y de repente algo aparece. 

Vuelvo a mi vida entre satélites de ondas pegadizas. De personitas que solo entienden de bienvenidas y locuras low cost como lo único realmente necesario para sobrevivir. 

Resurjo en la música como levadura al corazón. Reconociéndome entre harmonías imposibles como antídoto a todo pasado. 

Encuentro la timidez como antesala al intelecto. La simple apetencia a un abrazo, un roce, que no huele a dolor.


Aun no sé cómo, pero todo marcha suave y he vuelto a salvarme.