sábado, 24 de diciembre de 2011

Merry Christmas

Ya hace unos años que las lucecitas, el frío de diciembre, los regalos, los colores, la comida abundante y el espíritu y la bondad...no me impresionan.
La navidad me trae mala suerte. Ni siquiera me quedan ganas de hacer juicios morales anticonsumistas. Es sencillo que estas fiestas sean mejor que las anteriores. Todo saldrá bien.

Abramos el vino y el champan, que yo brindaré por las no-presencias. Quién lo diría pero...mientras Hush siga rondando por aquí, quizás cambie mi suerte y vuelva a creer en la gente. Quizás.

viernes, 9 de diciembre de 2011

De ti

Lo tuyo es de escalera hacia el cielo, de droga dura.
De días que acaban y empiezan en el mismo lugar,
para dejar de perdernos y reencontrarnos.
No tiene filosofía que valga, no hay nada que hacer.
Eres de noches que vuelan, de encantos fugaces.
De respuesta rápida y amanecer lento.

En definitiva, de poco frío...aunque tiembles.

martes, 6 de diciembre de 2011

Ni preparados, ni listos, ya.

Yo ya sé porque pasa todo esto. No es la primera vez, ya me ha pasado antes. Sería fácil explicarlo en términos musicales, las cuerdas de mi guitarra llevan tanto tiempo desafinadas que se están empezando a quedar duras. Tanto que si las rasgas, duele.

El Gurú me decía que me falta transparencia, entre muchas otras cosas. Que voy a tanta velocidad, que se me pierde de vista.

Pero oigo una voz que insiste: Sin pensar, más deprisa, corre corre que te pillo, que te pilla, espabila, vamos, vamos, no te pares, respira, no te olvides de eso, importante, vamos, tu puedes, corre, deprisa, más, más deprisa. Corre, que en el firmamento no queda sitio para todos. Más deprisa, no pares, esto no dejará de girar por ti..

viernes, 2 de diciembre de 2011

Alcohol del barato

Hace dos años, este día 2 de diciembre, era otro día. Hace dos años, en tal día como hoy, el único mundo que conocía empezó a explotar. Alguien moría al otro lado del mundo, alguien se hacia el desayuno mientras pensaba en si se iba a mojar esa mañana, alguien susurraba cosas preciosas hacia el otro lado de la cama, alguien subía al autobús escuchando música comercial de camino al trabajo. Pero nosotros no hacíamos ninguna de esas cosas, como de costumbre. Y nos levantábamos de un sueño inquieto, sin acabar de saber que iba a ser el día más extremo de nuestras vidas.
Era un miércoles de frío, largo, interminable, lleno de odio, intenso, sobrepasado de los límites de cualquier persona sana y con mucha carencia de sensibilidad. Digno, por si mismo, de un esquizofrenico que muere en un suicidio simbólico, pensando que su despertar será más claro y más incierto.

Nos contaban que cuando el hombre negro se deshizo de su esclavitud, algunos de ellos no querían moverse por miedo a la libertad. Probablemente eso nos pasó demasiadas veces, pero ese miércoles era el fin. Algo se rompió, nos desgarró por dentro y nos desfiguró por fuera.

Aun ahora puedo reconocer cada paso y cada instante, cada cara y cada palabra. Cada momento de esa noche y su llegada navidad, que aun alguna mañana echo de la cama con miedo a que vuelva a atraparme. Y mientras, abro una carta que me cita, dentro de un mes, a rebobinar mi muerte y justificarla. Debería decirles que me declaro culpable. Culpable de no haber sabido salir corriendo cuando mis piernas aun podían, culpable de no haber salido por la puerta para devolverme la dignidad, culpable por haber crecido en ese lugar y aun temblar al pensarlo.

Quizás la vida nos devuelva la suerte que nunca hemos tenido. Quizás el tiempo nos de la razón. Quizás llegue el día en que sepamos contarlo sin avergonzarnos y bajar la mirada.

Quizás, hoy por hoy, deberíamos celebrarlo. Deberíamos felicitarnos por sabernos lejos de allí. Deberíamos pagar el tequila más caro, que nos haga olvidarlo por siempre jamás.