lunes, 29 de agosto de 2011

Mi perfume, del barato

Ven hacia mi cuando esté ebria. Acércate muy seria, no me dejes reírme, pide pide y no dejes de pedir lo que pude y no te dí anoche en mi cama. No me cojas al ir a dormir, dame la espalda. Y cuando esté soñando abrazame fuerte y despiértate si me despierto. Luego haz de ti una manta, descubre bajo la tela mis misterios y justo en la frontera mis olvidos. Mirame por la mañana y dame un beso antes de irte, del que no me acordaré cuando despierte. Coge de mi cocina tu desayuno y comete mis miedos con la leche caliente. Márchate a comprar tabaco y vuelve para comer. Descúbreme simulando ignorar tu ausencia y degusta mi pizza barata en silencio. Sacame de la siesta las mentiras y vete sola al sofá a aparentar tener paciencia. Vayámonos de paseo, comprame una cerveza y déjame que te mime. Dime hasta luego y regresaré ya por la noche, renovada de las apariencias dejadas en la peor esquina. No me dejes la puerta abierta para cuando llegue. Cénate una manzana y hazte la dormida. Quéjate por haber tardado tanto y no haber traído al menos flores. Te acurrucaré yo esa noche y te pediré que me perdones antes de despertarte. Saca una sonrisa frente al sol conmigo. Invitame a irme si no te sientes correspondida, haz ver que me dejas que vaya y esperame en la puerta luego. Jamás me prometas que siempre estarás aquí, si no darías tu vida por cumplirlo hasta el final. Que no el nuestro, sino el mio.

lunes, 8 de agosto de 2011

En mi retina

Aunque mi padre diga que "algunas veces una amenaza es una promesa", en este caso, no es así. En su momento, no quise hacer una promesa porque, las promesas, suelo tener la costumbre de cumplirlas. Ahora prometo irme, irme de verdad unos días. Dejar de estar aquí mentalmente mientras esté fuera de la ciudad.

A veces la vida te sorprende, no avisa, o si avisa y no queremos ver los indicios. Y tienes que coger las riendas y emprender otro camino, y llenarlo de cosas con ilusión que te hagan seguir viva.
Así que ahí voy. Ya que no todas ellas vienen a mi, voy yo a buscarlas. Me escapo unas semanas, para encontrarme en el archipiélago constituido por la mayor isla de las Antillas. Y te dejo, la dejo, os dejo y me dejo aquí. Me dejo todo aquello que no di y que no puedo dar.



No me gustan las despedidas largas y tampoco suelo escribir explosiones extensas, pero en unos días le digo adiós a Barcelona y Cuba me da la bienvenida. Me largo para volver luego, pero volver morena y con sangre en las venas.