miércoles, 27 de marzo de 2013

Deshidratación de huesos

Hay heridas que queman lento. A veces cuando no lo esperas y otras con la quinta cerveza a media tarde. Que llegan a resurgir como un rasguño de primavera, que te irrita el alma y te supura el cielo. Heridas derivadas o integrales, que no sacian ni educan.

Hoy las he visto en ella. Como puños y como escarcha. Con una expresión del fuego y al aire libre. Sin trastiendas, fuerzas, ni metas.

También las he visto en mi. Como brisas y como humo. Con pánico escénico y contención. Sin consuelo, orgullo, ni valor.

Quizás esas horas nos han brindado una oportunidad de estar aquí con lagrimas llenas de besos. Como una prueba sin trampa. Quizás nos ha unido el coraje de desgarrarnos para la otra. Como un acto sin pretensiones, ni matices. Quizás nos hemos salvado.



A peso y en silencio, se carga lo que no se osa reconocer vivido.
Y a pesar de ello, lo hemos gritado. Y nos ha llevado al abismo al que, una vez más, no nos hemos permitido caer en vacío.

martes, 19 de marzo de 2013

"Y pensar que me abrazo a tu cuerpo (tan tiernamente ajeno a mí ahora que duermes lejos) para que mi cama no sea tan arisca y esta noche deje de ser mediocre."

domingo, 10 de marzo de 2013

Superhombre, Papá

Han pasado muchos años desde que me sentaste en este mismo sofá y me dijiste, serio y contundente, que "las cosas iban a cambiar". Los mismos años hace que vivimos sin ti. 

Durante mucho tiempo todavía te veía y te buscaba por casa. Sentía esto como algo extraño, como distante, ajeno. Y en días que te notaba desaparecer del todo, me quedaba sentada en tu escritorio entre planos y bocetos. Pensando que si volvías a por ellos, quizás algo haría que no volvieras a marcharte. 

Luego lo comprendí. Dejé de desear escuchar tus llaves detrás de la puerta. Dejé de intentar percibir el olor a tus puros de los domingos. De esperar escuchar cada semana el fútbol en la tele, o el tenis o la formula 1. Dejé de esperar ir en coche a la escuela y que pusieras mi CD de Ska favorito. Dejé de oírte decir que "En la vida cada uno tiene lo que se trabaja. Que nunca se obtiene ni más ni menos de lo que uno se merece". Y empecé a acostumbrarme a meterme en la cama y acostarme sin esperar a que llegases. Empecé a aprender a no echarte de menos. 

Y aún ahora, después de tanto tiempo, todavía no lo abarco al completo. No puedo retenerlo todo. Me has enseñado demasiadas cosas. Y te has convertido en la más grande paradoja de mi vida. Protagonizando todo lo que quiero llegar a ser y todo lo que nunca quisiera hacer. Admiración y ausencia. 

Pero la verdad es que, no sé si a pesar de ello o por ello, siempre serás el mejor padre que jamás haya conocido. 

Y hoy recuerdo, antes de acostarme, que tú querías jugar a juegos de niños y yo quería jugar contigo para sentirme adulta. Te observaba en tu despacho como a alguien inalcanzable. Y me enorgullece que ese rincón y esa habitación sea, ahora que ya no estas, la mía.