miércoles, 27 de marzo de 2013

Deshidratación de huesos

Hay heridas que queman lento. A veces cuando no lo esperas y otras con la quinta cerveza a media tarde. Que llegan a resurgir como un rasguño de primavera, que te irrita el alma y te supura el cielo. Heridas derivadas o integrales, que no sacian ni educan.

Hoy las he visto en ella. Como puños y como escarcha. Con una expresión del fuego y al aire libre. Sin trastiendas, fuerzas, ni metas.

También las he visto en mi. Como brisas y como humo. Con pánico escénico y contención. Sin consuelo, orgullo, ni valor.

Quizás esas horas nos han brindado una oportunidad de estar aquí con lagrimas llenas de besos. Como una prueba sin trampa. Quizás nos ha unido el coraje de desgarrarnos para la otra. Como un acto sin pretensiones, ni matices. Quizás nos hemos salvado.



A peso y en silencio, se carga lo que no se osa reconocer vivido.
Y a pesar de ello, lo hemos gritado. Y nos ha llevado al abismo al que, una vez más, no nos hemos permitido caer en vacío.

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