Ven y dile al viento que me deje en
paz. Que no quiero ir donde él me lleva, que me cuesta respirar. Ven
y dile al mar que deje de arrastrarme hacia la orilla. Que en aguas
profundas me gustaba esconderme, y ahora apenas sé nadar. Ven y dile
a la luna que ahora veo otra cara de la noche, que antes no podía
ver desde estos ojos. Dile también que no puedo correr a su paso,
que por eso me asusto, que todo gira y cuando sale el rey me quema
los ojos.
Pero sobretodo diles que guarden bien
mi secreto, en un sitio donde podamos recogerlo de nuevo. Y yo me
quedare aquí callada, gritándolo en silencio, hasta que pueda salir
y dejar de bloquear el sentir sencillo y puro.
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