miércoles, 26 de junio de 2013

Leo poesía,
como quien lee el periódico
a las 3 de la madrugada.

La leo en la terraza
de mi piso,
que tampoco es mío.

Mientras un vecino le grita
a su mujer, su novia, su amante
o como sea que la considere.

Le llama "puta" una y otra vez
rompiendo sin parar objetos de su piso,
que tampoco debe ser suyo.

Se llena la boca
con cada una de las cuatro letras,
inculcando miedo.

Y lo consigue.
Más allá del radio
que él imagina.

Hasta que el estruendo cesa.
Alguien ha llamado a la policía.
Y no he sido yo.

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