Empecé odiandola, continué queriendola, volví a odiarla, volví a quererla... y otra vez, y otra y otra.
Toma descargas eléctricas al corazón.
Me paso horas corriendo para conseguir centímetros de libertad y luego le regalo hectáreas de mi vida sin pensarlo. No sé si quiero quererla,
pero es que...
es como un ángel.
Mejor no quererla... créeme, la princesa ya ha encontrado a su prícipe, y en el castillo, sólo hay sitio para dos.
ResponderEliminarCreo q no sabes de lo q estas hablando, baby.
ResponderEliminarPero de todas formas, felicidades por la parte q te toca.