domingo, 15 de mayo de 2011

Una razón

Había días en que intentaba entrar en calor. Y no había manera.
Tenia frío pero también fuerzas. Porque había una razón para todo eso.

La hubo poco después de lo peor que me ha pasado hasta ahora. Todo lo que nunca hubiera podido imaginar.
La ha seguido habiendo también en los años asfixiantes, donde me encontraba tan mal y otros decían que no era nada. Donde me dejé ganar y pisar, una y otra vez.
Continuó habiéndola en esos días en que los relámpagos cruzaban y rompían, y caía el cielo.
La ha habido también en cada fracaso, cada "qué coño hago ahora con mi vida".
Me he caído muchas veces. Me he equivocado muchas otras. He sufrido (como todo el mundo). Me traicionaron personas que se supone que deberían haberme querido y cuidado.

Pero soy una chica con suerte porque mientras todo eso pasaba tuve la fuerza para recordar y aprender luego. Y me di cuenta de que no era la felicidad lo que me asustaba, sino la expectativa de ser feliz.
Soy una chica con suerte porque también lo tuve a él, mi padre, aquel adulto que nunca me trató como una niña. A mi madre, que siempre estuvo aquí y siempre lo está. Y a mi hermana, el mejor regalo de mi vida.
Soy una chica con suerte porque incluso en los peores momentos siempre tuve algo a lo que agarrarme.
La vida, ella solita, se encarga de servirnos el sufrimiento en bandeja. De hacérnoslo tragar tapándonos la boca si hace falta.
Nosotros tenemos la decisión sobre como afrontarlo. El sufrimiento y lo otro.

Me he levantado muchas veces. Va a seguir doliendo. Y hasta hoy va sanando, de algún modo. Acercándome a ser aquella persona que años atrás había querido ser.
Y al menos, ahora, puedo entrar en calor.

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