martes, 3 de julio de 2012

Cruce de ciegos

Un martes ensordecedor. Que impulsa todos los detonantes que hace meses que me llevan la cuenta atrás. Una tarde que se convierte en noche alborotadora en cuestión de instantes. Una mesa en la que me veo pequeña, diminuta. En la que me hipnotiza su cenicero, sus humos y sus silencios consumidos. Un día en que mis roles y papeles caen por su propio peso. Porque casi no me quedan, porque no se engañarte, porque me obligas a no mentirme.

Hoy empieza una historia. Otra en la que voy con retraso, pero voy. Un pequeño cuento de ciudad. Donde existe un personaje poco amable al público, gris y medio desnudo. Pero hay otro, de los buenos. De los que destellan, de los que miran de frente. De los que no les importa la meta, mientras lleguen los dos juntos. Juntos y enteros.

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