Maldita cuidad, lugar de amanecer con
prisa.
Todo recto.
Centro de múltiples poderes y de
pobres renacidos. Que resurgen con más sobres dentro d sus cajones o
vuelven a morder el polvo despertando entre cartones mojados.
Arriba a la derecha.
El punto de encuentro de todo aquel que
ha perdido el anhelo de lo que creía importante. De proyectos que
suman en las noches de desconciertos junto a desconocidos que no
pretenden dormir solos.
En la esquina sur.
Calles que te hacen ser más sutil,
casi diminuto. Y dejarte fluir, arrojarte en torrentes y golpes de
calor entre alquitrán y frenazos. Con una brisa imposible entre
paredes.
Diagonal izquierda.
Como una marcha atrás constante. Con
todo el placer que se contiene hasta el último momento, para
desbordarlo en otro lugar. Y disparar hacia otro lado. Para no caer
en ningún agujero. Para que no te roben el alma y te lo roben todo.
Ciudad maravilla, que te lo usurpa todo
menos el pesar.
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