Confieso haber tenido siempre devoción
por sus labios, por su sonrisa. Más por sus ojos cuando me miran y
yo aun no sé a donde echar la vista.
Pero no cuando me mira así. Porque
verla llorar destruye al mundo. Para el ruido en cualquier bar y
diluye cualquier melodía que quiera acompañarnos.
Y algo quema en mi cuando un beso suyo
se atraviesa por una lagrima de más, que derrama. Y yo no se a dónde
llevarla. Ni se mostrarle algo más hermoso que el amor que no
siempre consigo darle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Construcciones