lunes, 9 de abril de 2012

De desfases

Empieza a hacerse de día, creo. No estoy muy segura. Antes era madrugada. Debería salir fuera para asegurarme, pero no puedo moverme mucho más allá de esta silla sin que parezca que vaya a explotarme la mente o vaya a caerme antes.

Tu estás ahí estirada, seguramente ya duermes. Tumbada de lado en el lado de mi cama. Y aunque hoy apenas haya podido mirarte antes de no acostarme, podría tener tu imagen mental perfecta con los ojos cerrados. Lástima que, justo ahora, no pueda cerrarlos.

No sabría decir si llevo aquí diez minutos o una hora. No sé como expulsar todo esto de mi mente. Siempre aparece en el peor momento, hay que joderse. Siempre acaban quedando las mismas preguntas al final de todos los abismos. ¿Se puede empezar de cero? ¿Se puede borrar y aprender?¿O hay que recordarlo siempre para poder vivir mejor luego?
La ducha fría ha purificado un poco todo el humo interior. Aunque nunca lo suficiente. Agua, agua y más agua, que corre a cuerpo entero como si fuera una bendición inagotable. Una bendición que poco tiene que ver con Dios. O al menos con ninguno que yo haya conocido.

Hace un poco de frío, creo. Tampoco estoy muy segura. Voy a ir a taparte, por si acaso. Hay mucho ruido aquí dentro. Y tu tienes el silencio que yo necesito. Voy a robarte un poco de calor. Y de paso me quedo. Y te abrazo. Que eso se me da bien. Creo, también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Construcciones