lunes, 2 de abril de 2012

Hasta luego

Volvemos a los días de hospital, otra vez. Me llaman sin decirme qué ha pasado, que vaya a la cuarta planta. Como si yo supiera qué significa eso.
Odio este sitio, este y todos. Paredes blancas, camas blancas, gente vestida de blanco...como si quisieran inmunizar un espacio lleno de sufrimiento. No puedo evitar que se me revuelva todo a los diez minutos de haber puesto el primer pie por la puerta. Que irónico parece, cuando la mitad de mi familia gana lo que comemos aquí dentro.

Me encuentro con ella, estirada en esa cama blanca mirando un punto fijo en la pared blanca. Hace tiempo que la hemos medio perdido. La mujer que ha pasado la noche sin dormir a su lado, me cuenta que se pasó las horas gritando des de que llegó. Y ahora sólo silencio. Se pasa los días enmudecida, como si yo no estuviera aquí. No se qué hacer, no tengo ni idea. Que alguien me lo explique, por favor.
Pero de golpe, como si hubiera desaparecido un ángel, conecta. No sé distinguir cuando habla de verdad o cuando habla en ese otro mundo suyo. Ya no sé distinguirla, no sé si es ella o es otra persona. Le sigo el juego mientras me cuenta que gente, que hace años que ha muerto, ha venido a visitarla esta mañana. Y de golpe se duerme.

Me encantaría meterme ahí dentro. Buscar y rebuscar hasta volverte a encontrar. Cogerte de la mano para que me vuelvas a llevar al parque como en aquellos tiempos. Buscar tus recuerdos de ti misma, tus ojos que antes brillaban y ya no. Transportarme a tu cama. Para comprobar si, en tus sueños, me nombras.

Estaré aquí, cuando despiertes. Cuando este crudo y sufrido mundo le gane al otro. En esos escasos minutos en que tu consciente gana la partida.

1 comentario:

  1. La última frase es genial.

    Yo no pasé por eso. Cada cosa tiene lo suyo. Pero sólo te diría que... te asegures de que en esos momentos que está ahí contigo, le dices exactamente lo que quieres que se lleve a su próximo sueño.

    Yo no pude.

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