domingo, 1 de abril de 2012

Out of nowhere

Juega a picarme una y otra vez, se mete conmigo y con mi incapacidad para vivir la vida sencilla, mientras reímos entre humo de todo lo que no es tabaco. No me dice nada que no crea que no pueda recibir. Lo hace siempre con un cariño incalculable, al que nunca podre ponerle un porcentaje. Demostrándome que hay gente maravillosa en este mundo, como una buena colega, me invita a un cigarro más para no tener que irnos aún.

Hablamos de las perlas que han pasado por nuestras vidas. Ha habido de normales y luego de las otras. Aquellas que simplemente podrían ahorrarse el haber nacido.
Ya no queremos más locos cerca ahora mismo. Y menos, a los locos a los que hemos querido alguna vez. Quizás demasiado.

Me quito el escudo un rato y le cuento que tengo miedo, con más miedo del que tengo. Ella sonríe y sentencia:
"Tienes miedo a perder el control. Siempre lo has tenido. De lo que sientes, de lo que haces, de lo que no has hecho, de lo que pueda sentir el otro... Porque tu eres demasiado libre para que eso te limite."

Me quedo quieta y en silencio. Me mira, se asegura de que puede continuar y acaba:
"Pero recuerda, que no debes cerrarte nunca a nada que te apetezca minimamente vivir. Porque las ganas de vivir siempre son superiores a los miedos."

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