jueves, 10 de mayo de 2012

Espectáculos en abierto

Brindar en vasos medio vacíos, de un viernes cualquiera, se ha convertido ya en un ritual muy poco chaman. Como una explosión hecha instante, mientras nos obligamos a que todo lo demás nos importe una mierda ahí fuera.

Me tocas mi pelo corto por la nuca y es como si me quedara sin tabaco, un día de insomnio, a las 4 de la mañana: el mundo se transforma y me siento indefensa.
Yo suelto ironías estúpidas y tu te ríes con resignación, mientras preparas algún dardo que lanzarme para que empiece a pisar los frenos. Entonces lías dos cigarrillos y, sin preguntar, das por hecho que vengo a fumar contigo.

Mientras me buscas para que te devuelva una sonrisa, yo contengo mis ganas de abrazarte. Y miro hacia el suelo, como si se me hubiera caído algo, para que no me veas chapotear en mi charco de indecisiones incómodas. Cuando, finalmente, tu me devuelves al mundo tirándote al sofá del bar y haciéndome un hueco. Y yo te pongo una mano en la pierna y me siento como en casa sin separarme de tu lado.

Nunca preguntas de más, ni esperas de menos. A la vez que yo hablo de más y te cuento lo que menos importa. Pero si lo dicen los Beatles, sera que tienen razón y es lo que necesito.

Marco mis pasos y te los aclaro siempre a destiempo. Reniego a saber hacia dónde voy pero sé que querré pensar en no controlar mis impulsos al verte de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Construcciones