Debería darte las gracias en la misma medida que debería rogarte perdón.
Pido
al cielo,
al Dios
al que nunca recurro,
que te arrope esta noche.
Ojalá
no me deje
entrar en tus sabanas
nunca más
y puedas,
otra vez,
volver a vivir
sonriendo.
Que mis sombras
no te tapen
tu sol.
Y que...
te aparte
de mi.
Aunque
yo
no quiera.
Odiame sin medida ni clemensia
ResponderEliminarOdio !, quiero mas que indiferencia !
Porque el odio quiere menos que el olvido