A veces, la vida pesa.
Vamos tan desbordados y al límite que, cuando alguien nos añade unos gramitos de más en la mochila, como mínimo perdemos el equilibrio. Arrastramos una piedra atada a los tobillos. El caminito se va cuesta arriba y tenemos que pagar de más por exceso. Logramos soltar un poco a cada paso, en la cima de cada meta. Y no entendíamos que lo único que debíamos hacer era soltar las cadenas.
Pero cuando no nos damos cuenta y bajamos la guardia, alguien nos ata un nuevo peso. Como hoy, como esta noche.
Y aprendemos que no nos valoramos lo
suficiente, que en realidad somos increíblemente fuertes, que solo
nos falta un poco de fe en uno mismo y en los demás. Que nos
queremos más de lo que aparentamos y de lo que nunca hubiéramos
imaginado. Que tenemos que cuidarnos más. Que después de esto
seremos imparables, casi super-héroes.
Que aproximadamente en unos 50 años, en una terracita de Ibiza, jugando al domino, lograremos reírnos al recordar noches como las de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Construcciones